miércoles, 19 de marzo de 2014

Breve extracto de "G." de John Berger

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¿Por qué las escogisteis? Las escogisteis por las mismas razones por las que habríais escogido a cualquier otra mujer. Los hombres de vuestra posición social han de tener lo mejor. Lo mejor no es un absoluto, sin embargo. Los hombres de nuestra posición deben tener lo mejor para los hombres de vuestra posición. Si escogéis una mujer sin tener en cuenta esto, podríais poner en peligro vuestra posición y poner en peligro vuestra posición os haría infelices y, por consiguiente, haría infeliz a la mujer. Corta la tela conforme al bolsillo y elige al modelo conforme al corte. Pero además de tener una posición, teneís un pene.


Escogiste esta mujer al tiempo que te la apropiaste. El grado de convicción a la hora de elegir dependió de la estimación de hasta que punto te pertenecía en exclusiva. Acabó por pertenecerte enteramente, y entonces pudiste decir: la he elegido.


Hay que creer que lo que uno elige para sí es bueno. Pero una parte de ti mismo – esa parte astuta que escuchó a otros hombres y que sabía desde la infancia que la vida favorece a quienes se favorecen a sí mismos – permaneció escéptica. Al casarte con ella, perderías la oportunidad de casarte con otra. Al poseerla, limitarías tus posibles poderes de posesión. Cierto es que todavía podías escoger una amante. Pero al fin y al cabo, lo mismo podría decirse de la elección de ésta. Y así tu parte escéptica se preguntó: ¿Es ella lo bastante deseable para convencerme consistentemente de mi buen sentido al hacerla mía? ¿Es tan deseable que pueda consolarme por haberla encontrado deseable precisamente a ella y no a cualquier otra?


De haber sido No la respuesta, la habrías dejado, como si hubiera dejado de existir.


A fin de consolarte por la pérdida de todas o casi todas las mujeres del mundo, ella tenía que convertirse en un ideal. Colaboró contigo en la elección de cualidades que habrían de idealizarse. Tú escogiste la inocencia, la delicadeza, el instinto maternal, la espiritualidad de Camille. Ella las realzó para ti. Suprimió todos aquellos aspectos de su personalidad que pudieran contradecirlas. Se convirtió en tu mito. El único mito que era enteramente tuyo.