martes, 31 de diciembre de 2013

Año nuevo: a los jóvenes K


Escribimos al borde del 2013 cayendo ya al año que sigue. Este año fue el de su festejo, el de la “década ganada”. Mucho festejaron, mucho se festejaron a ustedes mismos. Saltaron, cantaron. Se divirtieron con cantantes populares que subían a sus escenarios. Cantaron que eran los soldados de su modelo, una y otra vez. Los soldados del modelo. Diez años. ¿Se pusieron a pensar en algún instante que no todos festejamos los diez años? Y no hablamos de Clarín y sus súbditos ¿pensaron que quizás, haya gente a la cuál no le fue tan bien como a ustedes? Mientras, ustedes festejan. Sin ahondar en números solo les diremos que más de la mitad de nuestra clase obrera vive, día a día, condiciones de precarización laboral, de la cuál un 35% lo hace directamente en negro. Mientras, ustedes festejan. No son solo números, cifras frías, indiferentes. Estamos hablando de la vida de mucha gente, y de sus hijos. Diez años no se cuentan igual para todos. Festejan y brindan con ustedes los dueños de grandes cadenas de supermercados, de plantas automotrices, los patrones del campo, los banqueros, y así. A ellos si les fue bien. Diez años no se cuentan igual para todos. La década obrera difícil pueda ser una década ganada. Mientras ustedes festejaban, los trabajadores dejaban sus cuerpos en el trabajo. En diez años, millones de trabajadores contrajeron enfermedades irreversibles. No solo la tendinitis, de la cual la cínica de su presidenta, esa por la que “dan la vida”, se burló. Podemos hablar hasta de amputación de dedos, de hernias de disco, de lumbalgias y así aún mucho peores. No, no se vuelve atrás. Mientras, ustedes festejan. Podemos ir más allá y hablar de las muertes obreras por ejemplo en la construcción. Muertes, sí leyeron bien, muertes. 

Tenemos que decirles que sus diez años, esos en los que consiguieron puestitos muy rentables en rincones de Ministerios, no fueron tan disfrutados en el abajo. Los diez años de los trabajadores no son diez años, el envejecimiento del cuerpo es mucho mayor. Los diez años obreros, esos que festejan son a veces 15, a veces 20 y a veces 30 años en el cuerpo del trabajador. No, no se vuelve atrás. Es cosa seria, no banderita. En el cuerpo del que carga las bolsas en el mercado, del que mueve sus brazos como una parte más de la máquina hasta cualquier hora en la fábrica, del que le pone el cuerpo a la salud pública que su gobierno desfinancia, de los que cosechan los campos ajenos partiéndose la espalda sacando las uvas que ustedes comen, de los que cosen sus ropas y así podemos seguir y seguir. No, no es lo mismo. Mientras, ustedes festejan. Tampoco son lo mismo los diez años vividos en los Contries que proliferaron por todo el país, entre algodones, que en las viviendas pobres esas que cada lluvia fuerte inundó, a las que cada viento fuerte voló las chapas que hacían de techo. Ah cierto! Ustedes, con total hipocresía, se ponían pecheras y se hacían los que ayudaban. Ahí, en esas viviendas, crecen millones de pibes contrayendo enfermedades curables por las que mueren. Mientras, ustedes festejan. No son lo mismo diez años viajando en sus lujosos autos que levantándose dos horas antes de la ya larga y pesada jornada laboral para viajar como ganado corriendo peligro de muerte como en Once. ¿Les suena “Once”? No, no es lo mismo. Mientras, ustedes festejan. Su “década ganada” no lo es para los trabajadores. No. Hoy levantaremos las copas para brindar porque se acabe la explotación, por acabar con la dictadura del capital, no brindaremos por su década ganada, brindaremos por acabar en las calles, en la fábricas, en las escuelas, en los hospitales, en los campos, en todos los rincones del país, con su gobierno y con la dominación de la criminal burguesía. Si, somos más socialistas que nunca. Hoy brindaremos, pero no con ustedes.

San Salvador de Jujuy: el negro y el blanco


Jujuy, es una ciudad repleta de gente que va y que viene. Gente morena. Lejos del crisol porteño. Su gente llena las veredas. Como Hormigas. Un centro saturado. Los pueblos de los alrededores no dan para más hace rato y las migraciones a la ciudad son constantes. Los barrios se van extendiendo cada vez más. El fenomenal crecimiento del barrio popular Alto Comedero es muestra es eso. Una ciudad que también es de paso. Jujeños, bolivianos y peruanos rumbean para Buenos Aires o Córdoba a ganar el pan. Algunos van y vienen llevando ropa y otros productos de Bolivia hacia el sur. Discriminados en todo el país, los “morochos” laburan a puro sudor. A la construcción en las urbes, a la cosecha en los campos, al empleo doméstico las mujeres, todos se alejan de su tierra. Jujuy se construye así, de pobrezas generalizadas y de un grupito de blancos de alcurnia y perfumes finos que, cuál colonia, son un símbolo de clase dominante y de la opresión del originario. Las clases sociales en Jujuy son de marcados colores diferentes. No es raro caminar por el centro y que de pronto aparezca un auto o camioneta de alta gama con un gringo al volante. Tampoco es raro ver montadas en dichos rodados, a las rubias de Jujuy. Los blancos, también se sientan en los bares del centro a saludar a los suyos como una gran familia. A los gritos, para que todo el mundo se entere que pertenecen a una hermandad de clase. Lugar de paso de la cocaína también es esta humilde ciudad, la cuál es manejada justamente por esos blancos, mientras los que la manipulan son “los negros”. Jujuy sigue ahí enclavada entre cerros, rodeada de ríos, mirando como camina la injusticia por sus calles. Marcadas y diferentes entonaciones, una para los patrones, otra para los trabajadores y los pobres se dejan oír, por quién quiere oír. La xenofobia los blancos la aprenden de chiquitos, los padres enseñan a despreciar a la empleada doméstica, al jardinero, al mecánico, al cajero y así. “A los negros no les gusta trabajar, hay que tenerlos cagando”, es una de las frases preferidas del blanco jujeño con la que crecen los niños, muy blanquitos ellos también. Acá no solo “el cliente tiene la razón”, acá el blanco tiene la razón y el negro debe agachar la cabeza. Sin embargo esta ciudad ha visto caer a más de un gobernador durante los noventa a base de lucha callejera. Demostrando así que la bronca coya no es tibia, no es obediente, es dura y disruptiva. Y así, van pasando los años de miserias. Una ciudad desgarrada sin solución. La opresión y la explotación van minando la paciencia del paciente jujeño. Los blancos creen que está todo dominado hasta que, de pronto, esa masa de gente de piel morena toma las calles y no hay quien la pare. Ya lo demostró. Hay un importante destacamento obrero en esta pequeña y humilde ciudad que puede entrar en combate mas temprano que tarde.  

jueves, 12 de diciembre de 2013

Democracia de cadenas perpetuas


Patadas, puños. Torturas. Una bolsa en la cabeza, al ahogo, la muerte, ahí, al borde. Torturas. Los testigos no podían declarar a favor de los petroleros, les habían jurado la muerte. La muerte que los esperaba detrás de la nuca, respirando agitada, mientras se sentaban en la sala. Con un juez al frente que no juzgaba nada, que no buscaba nada, ya estaba todo dicho, todo resuelto. 
Más de dos mil personas en las calles habían acompañado a los obreros en aquella jornada. Murió un policía, los obreros debían pagar. Un tributo de la Justicia burguesa al brazo armado del Estado, ese que reprime con mano de hierro, ahí en el sur argentino, como en el norte. Hoy se dispone a disciplinar a los rebeldes del sur, sacrificar obreros en el altar del cinismo. Los petroleros osaron luchar contra la precarización laboral y por el salario. Osaron luchar. 
Hace dos días el gobierno nacional cubierto de ácida hipocresía festejó los 30 años de democracia. Democracia de cadenas perpetuas para quienes luchan, democracia de impunidades de algodón para los represores. Para genocidas como Milani, el mayor de los cargos militares. El kirchnerismo es mentira desenfrenada, sin límites. Las pesadas cadenas son para toda la clase obrera, la lucha será de toda la clase obrera, la liberación va a ser para toda la clase obrera.   

viernes, 6 de diciembre de 2013

Córdoba emergente

Para no repetir argumentos y relatos vamos a remitirnos a algunos análisis que vienen sucediéndose luego de la jornada, el de EduardoCastilla, el de Fernando Rosso y la muy buena descripción de la Córdoba actual que hace Pablo Seman. Dialogamos con Leonardo Nesta, militante de la juventud del PTS con cierta experiencia en trabajo político barrial.



La Córdoba profunda y pobre salió a la luz un 3 de diciembre del año 2013. Nadie en Córdoba olvidará fácilmente esa fecha. Los medios de comunicación propalaban a los cuatro vientos que miles de delincuentes circulaban por la ciudad nocturna haciendo desmanes y robando a todo aquel que se le cruzara. “Esto no es por hambre” repetían entrevistados asustados y coquetos comentadores de TV. El miedo se instalaba en muchos. No negamos que las mafias policiales hayan operado para construir la imagen del caos, que para apresurar la negociación hayan apelado a sus amigos descompuestos con quienes manejan, unos con uniforme otros sin, el crimen mayor, léase narcotráfico, trata de personas, desarmaderos de autos, venta de armas y otros crímenes varios. Ahora bien, no podemos abonar una teoría que diga que batallones de miles de personas dirigidos por estos criminales de profesión asolaron la ciudad coordinado con las fuerzas policiales. No, es imposible que pensemos el complot por fuera de las fuerzas sociales que se desataron rebalsando el vaso de lo controlable. Una bronca juvenil, desde abajo, plebeya, emergió esa noche. Los motores de muchos de los pibes que se decidieron por el saqueo vienen de la miseria, pero junto con esto, que también es un factor de peso, existe un sentimiento de bronca, de desahogo y venganza social en la conciencia de los jóvenes pero perfectamente comprensible. El tema merece una mirada un poco más compleja. Viene a colación el relato que nos hace un militante político, conversando sobre las motivaciones de los saqueos, “sin lugar a dudas el odio hacia la cana que existe entre la juventud de los barrios es inocultable, hace unos años, cuando abrimos una casa cultural en una de las zonas donde los saqueos fueron fuertes, con el objetivo de llegar a una franja de jóvenes trabajadores que entraban a las fabricas en el momento de reactivación que se vivió pos crisis del 2001, lo pudimos comprobar, a la fecha tenemos otra con características similares, en barrio arenales, un barrio muy pobre de córdoba, ahí, entre la juventud se mantiene firme, diez años después, ese odio visceral hacia la policía, pero antes de explicar eso quisiera, también, graficar algo desde lo personal, aunque ya conseguí un buen trabajo y a decir verdad, en lo material, esos momentos de mi juventud donde era parte de ese estrato, me animo a explicar que el mes de diciembre se vive, sobre todo en los más jóvenes, de una forma muy especial, ese mes, fiesta del consumo para algunos, para los que no pueden comprarse nada, es de profunda impotencia, por mi parte sabía enojarme mucho con mi viejo, pero también con la vida en general, por no poder estrenar un par de zapatillas nuevas como el resto de los pibes, en ocasiones obligado a brindar, sino me cagaban a palos por quejoso, terminaba el brindis y me iba a dormir, con todo el odio encima y angustia también”. Hoy esa impotencia se ha profundizado, porque además de la pobreza una franja enorme de pibes pobres sufre el hostigamiento, el maltrato, la persecución e incluso la segregación que impone la policía, pero que se expresa también en lo que no pueden tener, por más que se rompan el lomo trabajando. Continua Leonardo “en estos días, tras los saqueos, a una amiga, que tiene la desgracia de ser negra y pobre, le molestó mucho tener el facebook plagado de ‘amigos’ que se tiraban contra los negros y los choros como un sinónimo de algo común o natural, dijo ‘otra vez contra los negros, siempre contra los negros’ son muchos años de ofensa continua y profunda, algún día tenía que saltar y saltó”. Esto para tratar de graficar que las condiciones materiales que motorizaron los saqueos, no son directamente el hambre sino también la carencia de múltiples productos, y la opresión continua y fuerte hacia su condición de pobre urbano. Muchos se escandalizaban viendo las imágenes del local de Dexter de Av. Fuerza Aérea vaciado, alguien se llevó todas las zapatillas y medias que le entraban en sus manos, no creemos que eso sea una mafia actuando, nos remitimos al relato que alude al mismo preciado artículo: las zapatillas.
En la otra punta del ring tenemos a comerciantes enfurecidos y también a jóvenes de clases medias acomodadas dispuestos a partirle la cabeza de un palazo a cualquiera que tenga el aspecto de “el saqueador”, es decir jóvenes morenos, de gorra y en moto. El episodio que se relata aquí destila racismo y desprecio hacia los “jóvenes de gorra”. Hablando de los sectores sociales que fueron más perjudicados por los saqueos Leo nos comenta que conoce del barrio a una señora que protagonizó varios minutos de noticiero, “ayer durante todo el día, en TN pero también en los medios locales, transmitieron un vídeo de una pequeña comerciante de mi barrio que fue saqueada y su casa desvalijada, la tipa llorando desconsoladamente, diciendo ‘me cago laburando para tener esto’, era capaz de conmover a las almas mas impiadosas una y otra vez la pasaron al aire, el contenido es siempre igual, el objetivo no es la noticia sino generar un estado de psicosis en las clases medias, en el buen vecino, que sin la policía estarían a merced de estas hordas, debajo de esta superficie hay otras historias, esta señora heredo su ‘pequeño comercio’ de sus padres, explotadores de inmigrantes en los cortaderos de ladrillos, a muchos de ellos les pagaba, cuando quería, con mercaderías de su propio local, el precio de las mismas lo manejaban a su antojo, y el monto de la libretita también, es decir comían lo que ella quería, cuando ella quería,  a la fecha el comercio de esta ‘pobre mujer’ tiene al menos 4 empleados jovencitos que no deben pasar los 3500 pesos de sueldo, esta acongojada señora tenía previsto, seguramente, viajar en enero, como hace siempre, a vacacionar en cuba, a disfrutar los beneficios de su sacrificado trabajo, mientras la piba que atiende la parte de panadería, o el repositor, seguro que apenas puedan irse a las sierras”. No absolutizamos este caso, ni decimos son todos iguales, ni tampoco es un crimen viajar a Cuba, pero justo nos damos con un caso de los que la TV gusta de usar de testigo y nos encontramos con alguien que tiene un pequeño comercio que parece tener poco que ver con el pobre vecino bonachón que muestran los medios, eso sí, los hubo quienes verdaderamente sufrieron los excesos de la bronca, "en Nuestro Hogar Tres, barrio de mucha composición inmigrante, boliviana, paraguaya y peruana, hubo de esos, pequeños comerciantes con verdulerías y almacenes que solo ayudan a mantener su sustento sufrieron el vendaval social" nos agrega Leo.

Plantear las diferencias entre las distintas capas de la clase media y las mentiras de los medios, no es de ninguna manera, apoyar el método de los saqueos, por el contrario los marxistas lo rechazamos por atentar contra un aspecto fundamental de nuestra estrategia de poder, la alianza obrera y popular, como se explica aquí. Pensando desde ahí en como el mismo movimiento obrero luchando puede generar apoyo en los sectores medios contra los capitalistas, constituyendo así un bloque social revolucionario, los saqueos son un atentado a esa perspectiva de alianza obrera y popular. Pero de rechazar el método del saqueo a desaparecerlo del análisis y la política necesaria para superarlo por izquierda hay un gran paso. Ni los jóvenes de los barrios que el miércoles 3 de diciembre saquearon son todos marginales descompuestos al servicio del crimen organizado, aunque los hubiera entre ellos, ni la clase media que salió continuamente en la tele es toda 'pequeña comerciante' desprotegida y humilde. No hay tal homogeneidad en las clases, existen entre ellas distintas capas que combinan y contraponen intereses propios y comunes, el mecanismo de los medios de comunicación y la propaganda burguesa consiste en mostrarlas como algo uniforme, en el caso de los sectores pobres y desocupados de la clase obrera mostrando su cara más descompuesta, lo peor de la clase en algún sentido moral, en el caso de la clase media, lo mejor que tienen, los humildes comerciantes atacados por la furia de los pibes. La realidad es más compleja,  existe también esa complejidad hacia el interior de la clase obrera ocupada, Leo continúa “en las fábricas hay una franja de trabajadores de entre 30 y 35 años, sobre todo en los sectores más precarizados, que en el 2001 fueron parte de los saqueos y hoy hacen un esfuerzo por comprender a esos jóvenes que como ellos, para aquella época pibes de 18/23 años, salieron a romper la legalidad por hambre. Ojo que también hay entre ellos una casta que se para por encima de los trabajadores y de hecho vive de ellos, la burocracia sindical. Dragún el que era Ministro de Trabajo y ahora volvió al SMATA y a la CGT salió a demonizar a los pobres de la ciudad incluso a los pibes que se movilizaron en la Marcha de la Gorra hace unos días, salió a defender la figura del merodeo del Código de Faltas, que es meter presos a los pibes por su apariencia nomás. La influencia de la dirección también se hace sentir entre los propios laburantes. Entre las capas de la clase media existe ese pequeño comerciante inmigrante, ese ex obrero que cobro una indemnización y se puso su tienda de ropa, su kiosco”, Leo se refiere a una capa próxima a la clase obrera y otra capa con mayor capital y cercana a la burguesía, es una clase que de conjunto, sobre todo en momentos pacíficos, oscila entre la influencia de una y otra clase fundamental, la clase obrera o la burguesa. Leo agrega “El resultado de esta reflexión plantea para los militantes revolucionarios la definición de que en estos casos no se puede tener un discurso general, es decir que no explique el complejo tejido social que subyace al fenómeno, sino una política algebraica, es decir que contemple la relación de las clases entre sí, la preponderancia de unas sobre otras, o el rol dirigente o influencia de unas capas sobre otras al interior de las mismas. La burguesía, consciente de esto, lo explota y usa a su favor, los revolucionarios debemos actuar en consecuencia, nuestra apuesta es a que la clase obrera se convierta en el caudillo de las demás clases oprimidas y explotadas, bajo un programa que apunte en primer término a unificar sus filas, a sacudirse de los agentes que actúan en su interior al servicio del capital, la burocracia, y que de este modo prepare las condiciones necesarias para la hegemonía y dirección del bloque social que desarrolle la revolución, en un plano más acotado a la táctica, la pelea dada en Neuquén por nuestros compañeros del PTS muestra en pequeño la perspectiva que planteamos”.
En otro momento político y bajo otras condiciones, León Trotsky explica esta mecánica partiendo del rol de las clases medias o pequeño burguesía "Naturalmente, el pequeño propietario tiende al orden, en tanto que sus negocios marchan bien y mientras tiene esperanzas de que marchen aun mejor. Pero, cuando ha perdido esa esperanza, es fácilmente atacado por la rabia y está dispuesto a abandonarse a las medidas más extremas (...).La pequeña burguesía es económicamente dependiente y está políticamente atomizada. Por eso no puede tener una política propia. Necesita un ‘jefe’ que le inspire confianza. Ese jefe individual o colectivo (es decir, una persona o un partido) puede ser provisto por una u otra de las clases fundamentales, sea por la gran burguesía, sea por el proletariado (...) Para atraer a su lado a la pequeña burguesía, el proletariado debe conquistar su confianza. Y, para ello, debe comenzar por tener él mismo confianza en sus propias fuerzas. Necesita tener un programa de acción clara y estar dispuesto a luchar por el poder por todos los medios posibles. Templado por su partido revolucionario para una lucha decisiva e implacable, el proletariado dice a los campesinos y a los pequeños burgueses de la ciudad: “Lucho por el poder; he aquí mi programa; no emplearé la fuerza más que contra el gran capital y sus lacayos; pero con ustedes, trabajadores, quiero hacer una alianza sobre la base de un programa dado.”

Concluye Leo " el clima que vivimos estos días fue muy reaccionario,  que influyó a franjas de trabajadores ocupados, los mismos vieron con recelo los saqueos y tomaron como propia la propaganda que se hacía desde los medios y el gobierno. Para mi es difícil que este clima pueda desarrollarse en el tiempo, al menos me parece que no es inevitable ni que tenemos que prepararnos para un momento defensivo extendido en el tiempo. Digo esto porque los trabajadores tienen su propia agenda pendiente con el gobierno y las patronales, aguinaldo, bono, paritarias, impuesto al salario. Así yo creo que se puede dividir el bloque que pidió orden y represión. De hecho a pocas horas de los saqueos ya se empiezan a ver tomas de los hospitales y hubo una toma de Tribunales por los empleados judiciales. Hoy viernes hubo una marcha de unas 4 mil personas más o menos contra De La Sota. Por otro lado están los miles de  jóvenes que se movilizaron en la Marcha de la Gorra hace poco. También están los trabajadores de Volkswagen que vienen peleando contra despidos y un fraude. Los obreros de la UOM hicieron también paros y tomas de fábricas. Tenés que tener en cuenta también a los estudiantes secundarios que ya salieron en el 2010, y los universitarios, yo vi realmente muchos en la marcha de hoy. La izquierda revolucionaria tiene un gran rol que cumplir ahí, sino las burocracias sindicales pueden llevar todo a la derrota. Tiene que colaborar en que surja una vanguardia que pelee una política para triunfar. Nuestra pelea, además de dotar a los trabajadores estatales de un plan de acción para vencer, hoy, es convencer al sector de avanzada de ellos para que tomen en sus manos el pedido de indemnización de los pequeños comerciantes y la consigna de abajo el Código de Faltas.  Ante la debilidad del gobierno, ganarse la simpatía de franjas de las clases populares es fundamental, la lucha sindical es, bajo estas condiciones, claramente una lucha política. ”

jueves, 5 de diciembre de 2013

Córdoba, 3 de diciembre


Se sentó en la moto ya bañado, fresco. Se había terminado de sacar la tierra que tenía hasta debajo de las uñas. La obra era así, sucia. Transpiración más tierra, toda pegada. Habían trabajado hasta tarde porque a las siete iba el arquitecto y había que tener todo listo, por lo menos las paredes del segundo piso. No había llegado a tomarse la birra de la salida con los pibes, tenía que picar a buscar al Dani que salía del negocio en el que laburaba y lo iba a esperar ahí por la Ituzaingó. Había comprado la moto con la tarjeta del viejo y lo llevaba a todos lados. Le gustaba el viento chocándole la cara. Esa tarde habían quedado con Leandro en verse cuando salía de la panadería y tomar una cerveza, por ahí nomás. Se hacía tarde y ya estaba oscuro el cielo. Se había enterado que había algún quilombo, que había habido unos saqueos en barrio Sep, por la radio. Igual eso era lejos de su ruta, no iba a tener ningún problema. Quedaba lejos de su Parque República, que quedaba lejos de todo. No había azules, se acordó de que estaba en una huelga o algo así. No lo habían parado en el puente como siempre, donde lo hacían bajar, mostrar todos los papeles, le preguntaban adonde iba, quién era, de donde venía y si les decía algo que no les gustaba, se venía el cacheo de policías gigantes con itakas, ya dos veces lo habían llevado preso por andar caminando por el centro nomás con unos pibes de barrio. Se había comido tres días en la comisaría. Copado, sin kobanis es otra cosa, pensó. Así, viento en la cara, bañado, fresco, atravesó el centro al palo.

Había llegado temprano de la Facu, se había ido antes de que termine la clase, como muchos de sus compañeros de la Católica. Había llegado el comentario de saqueos y decían que había bandas de delincuentes que se avanzaban hacia el centro. Ramiro decidió no ir al gimnasio, solo por ese día, no quería perder su rutina. Cuando llegaba al departamento lo llamó su mamá, decía que Córdoba era un caos, que no saliera de su casa, que cualquier negro de mierda de los que no le importa la vida de nadie lo iba a asaltar. No la tranquilizó le recomendó el alplax que siempre llevaba en la cartera y cortó. Empezó a sentir un murmullo que entraba por la ventana, se asomó y vió gente pero era la de la cuadra. Estaba el señor del cuarto, el de la perrita blanca chiquita que ladra histéricamente con su hijo que siempre veía en el gimnasio. También la flaca del sexto que estudiaba derecho y siempre estaba arreglada, siempre. Y así mucha gente bien, no le iban a hacer nada. Se estaban defendiendo de los delincuentes, que parecía, eran muchos. Igual con su físico en base a horas de gimnasio y el rugby de cuando era más chico, estaba dispuesto a enfrentarse a cualquiera. A esa hora el face explotaba de amigas asustadas y gente que decía que había que salir a cazar negros de mierda que se estaban robando todo, él leía todo desde su celular. Se puso un poco de perfume y bajó.

La moto pegó la vuelta por la Peredo, plena Nueva Córdoba, antes había esquivados cortes de gente que había cruzado los autos y se amontonaba en las esquinas, uno los había puteado, que los iban a cagar matando les habían gritado. Fede no entendía nada pero siguió subiendo la Independencia acelerando más todavía. En esa esquina dobló regalado viendo que no estaba bloqueada la calle. De pronto le cruzaron un auto, tuvo que frenar de golpe y un bate de béisbol le reventó la espalda al Dani, A él le tocó una piña de mano pesada que lo hizo caer de la moto. Sería la pierna de Ramiro la que le hiciera sonar los huesos de la costilla de una sola patada, algo se rompió en el instante. El señor del cuarto había perdido su compostura habitual y lo escupía mientras no paraba de gritarle “¡negros de mierda!”, “¡vayan a cobrar los planes!”, “¡estos son los ladrones de siempre!”, “que aprendan carajo”. A esa altura las patadas eran una lluvia. Vecinos aplaudían y gritaban desde los departamentos de arriba, “miralo al negro este como lloriquea, así no van a chorear más, hijos de puta” decía el flaco del octavo mientras se reía y les sacaba foto con su celular. Fede estaba en el piso, quiso explicar que él no robaba pero otra patada de Ramiro fue a la cara y le rompió la nariz que desde ese momento no paraba de sangrar. La moto, la que había comprado con la tarjeta de su viejo y todavía no terminaba de pagar empezó a arder. Los celulares disparaban flashes mientras seguían lloviendo golpes y escupitajos. En eso cayeron dos de los pocos policías que estaban trabajando y pararon los golpes. Los canas los levantaron como bolsas, los pusieron contra un auto mientras seguía la histeria colectiva de la gente de bien. Al toque los esposaron y arrastrándolos los metieron a un patrullero mientras dejaban huellas de sangre. “Metelos presos, negros de mierda, que no salgan más”, decía el señor de la perrita histérica con los dientes apretados ya desencajado. El patrullero los llevó hasta el Hospital de Urgencias esposados, puteados, basureados, también por los policías. El Urgencias estaba colapsado, muchos como él, mucha sangre. Terminaron guardados como bestias en jaulas, la ex cárcel de Encausados, a las patadas ahí también. De fondo, los tiros.