viernes, 2 de noviembre de 2012

Un recuerdo mas de esos del futuro, esta vez Jujuy 1997, la ruta


Las manos negras solo ensuciaban lo que tocaban, la ropa y la cara ya tenian el mismo negro de las gomas que ardían, dándonos a todos un uniforme con los pañuelos y las bufandas que cruzadas alrededor de la boca a la altura de la nariz cortaban el viento frío y de paso cuidaba identidades de los que estaban ahí cometiendo el delito social de cortar la circulación por las rutas argentinas, la ronda en torno de la fogata permitía que el fuego calentara las manos y la cara que instantes después cuando te alejabas estaban nuevamente heladas. Era Mayo del año 97 y todavía gobernaba Menem el país. No existía aún la luego tristemente célebre “Alianza” que se comería meses más tarde los votos de oposición que en ese momento apoyaban estas “luchas populares”. Parados en la ruta 66 en el camino que va de Jujuy a la ciudad de Palpalá, comentabamos los sucesos del corazón de la lucha que era la ciudad de Libertador General San Martín, ubicada al norte rumbo a Bolivia en el medio de una frondosa selva que da lugar al hermoso parque nacional Calilegua, tierras donde reina el Ingenio Ledesma que robo esos ricos territorios a los pueblos originarios. Muchos trabajadores habían sido desplazados por la tecnificación del Ingenio intensificada durante los 90 y la bronca se había ido acumulando viendo enriquecerse a don Pedro Blaquier, dueño del imperio azucarero. Ahí habían enfrentado exitosamente a la gendarmería, habían logrado expulsarla del pueblo a pesar de que los soldados de Menem habían descargado sus gases hasta adentro de las casas de los pobladores de Libertador. Tanto así que el mismo oscuro ministro del interior del gobierno nacional Carlos Corach habia tenido que admitir "ya no vamos a apelar a los gendarmes: lo único que logramos es unir a todos en contra nuestro". Pero los ejemplos que se hacían aún más jugosos cuando se comentaba que los piqueteros, siendo 25 de mayo, habían decidido desfilar a lo largo de 1 km con su división baldes a la cabeza integrada por hombres y mujeres, seguida en segundo lugar por la división honderas, y cerrado por la división piedras donde se entusiasmaba la juventud, todos mostrando orgullosos sus armas en alto, marcha militar aplaudida por todo el pueblo que habían actuado de hecho como reservistas, todo el pueblo había participado del exitoso combate.  La división de baldes había sido fundamental para resistir los gases, la división ondas era prácticamente la sofisticada armada y las piedras la infantería donde se había volcado todo el pueblo. No marchaban las armas de fuego que según contaban habían sido parte del enfrentamiento ofrecida por los pobladores que gustaban de cazar, práctica acostumbrada en la zona, no se podía asegurar que hubiera gendarmes heridos de bala tampoco, pero esto testimoniaba que el pueblo se había enojado de verdad esta vez.  Siendo la tierra azucarera el bastión de la lucha, la represión se había centrado ahí y nuestro corte de la 66 tenía el objetivo de cortar el acceso a la capital aumentando el caos generalizado, estaba a unos dos kilómetros de la ciudad nada más. Habíamos decidido participar de la lucha con un compañero de la facultad y nos tocó talar arboles para volcarlos sobre la ruta haciendo obstáculos y mas obstáculos para cualquier avance de la represión, así que en esa tarea estábamos mientras 22 piquetes más se extendían por todo el territorio jujeño desde La Quiaca a Perico poniendo al gobernador Ferraro contra las cuerdas, en tierras ya inestables este era el octavo gobernador desde la vuelta de la democracia 14 años antes, muchos de ellos echados por la movilización de los trabajadores y el pueblo. Antes habíamos aprendido el camino al piquete más fuerte que era el de Alto Comedero, barrio gigante de Jujuy, parecido a Villa El Libertador de Córdoba. El caminito era un sendero hecho a fuerza de machete que atravesaba el monte para huir en caso de represión demasiado fuerte, para retirada y peligro de detenciones. Las noches se pasaban recostados arriba de las gomas mas grandes por turnos, estando totalmente prohibido el alcohol. A la mañana bien temprano había asambleas para definir los pasos a seguir durante el día, a prestar atención. Era la primera vez que con mi compañero vivíamos la experiencia de la democracia directa, la posibilidad de influenciar en quién iba a ser el delegado del piquete y que iba a plantear en la flamante coordinadora piquetera que se entrevistaría con el gobernador. Después de un tiempo conocí al trotskismo y al PTS que me habló de las tendencias pre soviéticas, nombre que me pareció raro pero al final de la explicación me cerró enteramente, las masas tomaban en sus manos la lucha por sus destinos, mas allá de burócratas y caudillos que intentaban imponerse no podían aplastar las decisiones, las iniciativas, la forma de la asamblea y el delegado se había regado por todo el territorio jujeño y la coordinadora le daba un desarrollo aún mayor. La fuerza piquetera permitió conseguir suficientes puestos de trabajo como para levantar la lucha como un triunfo contundente. Nosotros volvimos a la facultad donde se había vivido un sismo politico y seguimos activando ahi. La gente morena y obrera en la ruta y defendiendo su pueblo de las fuerzas y ademas muy bien organizada fue una experiencia imborrable, otro posible recuerdo del futuro a la hora de pensar la fuerza y creatividad de las masas que va a desarrollarse nuevamente y no tiene que empezar de cero habiendo dado estos pasos en el camino.

1 comentario:

  1. primero que nada, una exelente idea, revivir ese pasado desde adentro, lo demas me parecio de muy buena calidad el relato, sencillo, visible y llama a pensar desde la historia reciente que las masas dan mas de lo que uno imagina o intenta entender que dio... muy bueno

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